Estructura anatómica del sistema rispiratorio
El flujo de aire a través del sistema
respiratorio se puede dividir en tres regiones interconectadas: la vía
respiratoria altas, la vía conductora y la vía alveolar.
La vía respiratoria alta que comprenden el
sistema de entrada, que son la nariz/cavidad nasal y la boca, que conducen a la
faringe. Proporcionan dos funciones adicionales, cruciales en el flujo de aire:
1) 1) El
filtrado de partículas grandes para evitar que estas alcancen la zona
conductora y alveolares
2) El
calentamiento y la humidificación del aire mientras entra en el cuerpo.
La vía
conductora comienza en la tráquea y se ramifican, estas
ramas están formadas por bronquios, bronquiolos y bronquiolos terminales. La
zona de conducción está formada por una diversidad de células especializadas
que proporcionan más que un simple conducto para que el aire llegue a los
pulmones.
La zona
de conducción está formada por una diversidad de células especializadas que
proporcionan más que un simple conducto para que el aire llegue a los pulmones
un ejemplo es el epitelio de la mucosa está unido a una membrana basal delgada,
y debajo de esta, a la lámina propia. A este conjunto se le llama la “mucosa
de las vías respiratorias” que ayuda a atrapar partículas de 5-10 µm que
impactan en la nasofaringe y entran en la zona conductora, la mayor parte de
estas últimas partículas se asientan en las membranas mucosas de la nariz y la
faringe.
La vía
alveolar se divide 23 veces entre la tráquea y los
sacos alveolares. Las últimas siete divisiones forman las zonas de transición y
las zonas respiratorias donde se produce el intercambio gaseoso, y se componen
de bronquiolos transicionales y respiratorios, conductos alveolares y alvéolos.

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